Su nombre proviene del latín ventus,
que significa "viento", haciendo referencia a la aireación
que proporcionan a los espacios cerrados. Esta fue y es una de sus
primeras funciones. Otra, obviamente, es permitir la entrada de luz.
Pero no es menos importante poder ver lo que sucede afuera. Cómo
está el clima, por ejemplo. O saber si quien se acerca es amigo o
enemigo... Hoy es posible cerrarlas para resguardarnos del viento o
la lluvia, pero no siempre fue así. Las primeras ventanas eran
apenas aberturas en los muros; por razones de ingeniería y de
seguridad, bastante pequeñas. Con el transcurrir de los años fueron
adoptando marcos, puertas, vidrios, espejos, adornos, cortinas y
persianas. Y creciendo en tamaño y cantidad. Así como en maneras de
ser abiertas o cerradas: en hoja, en forma corrediza horizontal o
vertical, basculantes, etc. Son indiscutiblemente prácticas, pero no
carecen de valor simbólico y artístico. Cada estilo arquitectónico
ha definido un tipo de ventana predilecta: las sugestivas ventanas
románicas, las inconfundibles ventanas lanceoladas propias del
gótico, las decoradísimas ventanas art nouveau. Atractivos
especiales de palacios, templos, edificios y toda fachada que quiera
diferenciarse del resto. Para los pintores -Pablo Picasso, Salvador
Dalí, Henri Matisse y Marc Chagall entre muchos otros- así como
para los fotógrafos -Robert Doisneau o Jane Evelyn Atwood-, las
ventanas han resultado irresistibles. Tanto que se han llegado a
realizar exposiciones centradas exclusivamente en este tema. Una
invitación a abrir nuestras dos ventanitas, los ojos, y admirar esas
obras de arte.
Fuente:PuigSoler
Editado: Elvijilante
Muchacha en la ventana
1925
Muchacha en la ventana forma parte de una serie de sugerentes cuadros en los que la modelo es casi siempre Ana María, la hermana del pintor. Es quizá la obra maestra de esa serie, compuesta al menos por una docena de retratos de Ana María. Ella misma recuerda las largas sesiones en que sirvió de modelo al artista: "Pintaba paciente e infatigablemente, y a mí no me cansaba posar para él (...). Durante las horas en las que le servía de modelo, yo no me cansaba de observar aquel paisaje que ya, para siempre, ha formado parte de mí misma. Pues siempre me pintaba cerca de alguna ventana. Y mis ojos tenían tiempo de entretenerse en los detalles más pequeños".
Esta obra es en realidad un cuadro dentro de otro cuadro: un magnífico paisaje al fondo, dentro de un original retrato. La cuidada iluminación de la obra se combina con la utilización de una gama fría de colores azules que aportan a la pintura una sensación de serenidad.
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Español
1904 - 1989 |
LA TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS
Philip Zimbardo, psicólogo social de la Universidad de Stanford, llevó a cabo en el año 1969 un interesante experimento que devino teoría gracias al trabajo de James Wilson y George Kelling. Se vino a llamar “La Teoría de las Ventanas Rotas”. Y vale mucho la pena conocer en qué consiste porque su aplicación cubre amplias áreas de nuestra vida.
Vamos al año 1969. El experimento consistía en abandonar un coche en el deteriorado barrio del Bronx de aquella época: pobre, peligroso, conflictivo y lleno de delincuencia. Zimbardo dejó el vehículo con sus placas de matrícula arrancadas y con las puertas abiertas para simplemente observar qué ocurría. Y sucedió que al cabo de tan solo diez minutos, el coche empezó a ser desvalijado. Tras tres días ya no quedaba nada de valor en el coche y a partir de ese momento el coche fue destrozado.
Pero el experimento no terminaba ahí. Había una segunda parte consistente en abandonar otro vehículo idéntico y en similares condiciones pero en este caso en un barrio muy rico y tranquilo: Palo Alto, en California. Y sucedió que durante una semana nada le pasó al vehículo. Pero Zimbardo decidió intervenir, tomó un martillo y golpeó algunas partes del vehículo, entre ellas, una de sus ventanas, que rompió. De este modo, el coche pasó de estar en un estado impecable a mostrar signos de maltrato y abandono. Y entonces, se confirmó la hipótesis de Zimbardo. ¿Qué ocurrió? A partir del momento en el que el coche se mostró en mal estado, los habitantes de Palo Alto se cebaron con el vehículo a la misma velocidad que lo habían hecho los habitantes del Bronx.
Lo que dice la Teoría de las Ventanas Rotas es simple: si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos.
¿Por qué? Porque se está transmitiendo el mensaje: aquí nadie cuida de esto, esto está abandonado.
La lectura que nos da esta teoría es extrapolable a múltiples ámbitos de la cotidianidad. Si alguien pinta en la pared de tu casa y no repintas pronto, se convertirá en un muro lleno de pintadas en pocos días. Si el árbitro permite una pequeña transgresión en el partido, lo más probable es que vayan apareciendo más y más acciones violentas hasta que se forme una tangana. Si tú mismo comienzas con pequeñas mentiras, acabarás creyéndotelas y generando más.
Si toleras la factura sin IVA o si evades impuestos, luego no te quejes si no hay fondos que paguen tu paro o la pensión de tu padre. Si descargas contenidos ilegalmente, luego no pidas que se valore tu trabajo creativo y reclames un buen sueldo. Si no cuidas la relación con tu pareja y comienzas abandonando los pequeños detalles, estás sembrando posibilidades de un deterioro que puede acelerarse. Y la lista sería interminable. En resumen, si permites el vicio y no lo reparas pronto, luego no te sorprendas si te encuentras enmedio de un lodazal en el que tú has sido parte por activa o por pasiva. La bola de nieve del abandono, el maltrato, la injusticia, la pereza o la mentira tiende a crecer rápidamente cuando hay signos externos que lo muestran y no son reparados con celeridad. La no reparación inmediata de un daño emite un mensaje a la sociedad: la impunidad se permite, pueden ir todos a saco. Si no se transmite el mensaje que da toda acción de respeto y cuidado hacia lo que tenemos, y dejamos que el deterioro, el abandono o la resignación ganen la partida, entonces la entropía, el desorden, el daño, el incivismo, el abuso, el mobbing o toda forma de infamia y degradación tenderán a propagarse rápidamente. En conclusión, si queremos evitarlo, hay que arreglar la ventana rota cuanto antes.