Estas
espinilleras inteligentes creadas con un composite de fibras de carbono
y capas de elastómeros, permitirán atenuar los golpes recibidos y
reducir los riesgos de lesiones.
Las espinilleras diseñadas por la
empresa Carbures USA, de la que Iván Contreras es director, son un
composite de fibras de carbono y capas de elastómeros que permiten
atenuar los golpes recibidos y reducir los riesgos de lesiones. Sus
diseños no se limitan al balompié, ahora está trabajando en piezas
similares para el fútbol americano.
Los composites son materiales
formados por una combinación de otros, en los que cada uno aporta sus
propiedades a la pieza final. Algunos son muy antiguos, como el hormigón
y las fibras de vidrio, pero en los últimos años se han desarrollado
nuevos composites con propiedades muy especiales. Por ejemplo, hay
matrices de nanotubos de carbono que aportan firmeza y conductividad
eléctrica; y materiales con capas que aíslan del frío y del calor.
Las
nuevas espinilleras de la Roja llevan un elastómero –un tipo de
plástico elástico– entre fibras de carbono. En caso de recibir un golpe,
el material compuesto repartirá la presión por toda la superficie
protectora. “Esto hará que los jugadores casi no noten el golpe y las
consecuencias sean menores”, asegura a Sinc Iván Contreras, que estudió
en la Universidad de Barcelona.
Las mejoras de las espinilleras
han sido graduales. “Primero hicimos unas de fibra de carbono, un 50%
más ligeras y resistentes. Después fabricamos unas de segunda generación
añadiéndoles la capa de elastómeros que las hace inteligentes porque
reaccionan al entorno –explica el emprendedor–. La gran revolución
llegará con el siguiente paso”.
Espinilleras con sensores para analizar fútbol y futbolista
La
inteligencia de estas protecciones para las piernas todavía es muy
básica. En la próxima fase, el equipo de Carbures las dotará de una
capacidad de reacción superior. Iván Contreras reconoce que “no
llegaremos a tiempo para este mundial, pero estamos desarrollando una
tercera generación de espinilleras inteligentes que incorporarán
sensores entre las capas del composite para registrar movimientos,
posición, espacio recorrido, golpes, constantes vitales del jugador,
componentes del sudor, etc., y transmitir toda esa información de manera
instantánea”.
Así se monitorizarán el juego y el estado físico
de los deportistas. Los datos que recojan las espinilleras del futuro
podrán informar, por ejemplo, del desgaste muscular del jugador, o ser
analizados a posteriori para esclarecer aspectos estratégicos en el
desarrollo del partido. “No es tan extraño como puede parecer –añade–.
Ya hay pelotas de baloncesto con sensores de movimiento que, tras
practicar unos tiros a canasta, calculan trayectorias y ángulos de tiro y
te dicen qué aspectos de tu técnica deberías mejorar”.
Aún
quedan dos grandes retos: diseñar el software que permita aprovechar al
máximo la información, y hacer que los sensores resistan los golpes.
“Cierto es que una espinillera sirve para recibir patadas, pero
queríamos trabajar con alguna parte imprescindible del vestuario de un
futbolista y esta es la que ofrece más posibilidades. Se trata sólo de
pulir un poco los aspectos de ingeniería”, explica Contreras, y
pronostica que podrá presentar las espinilleras con sensores “en unos
seis meses”.
Hacia la sensor society
La cantidad de
máquinas que ya toman datos del entorno y los interpretan con
herramientas de big data está creciendo a un ritmo vertiginoso. Los
teléfonos móviles llevan infinidad de sensores y la nueva generación de
wearable devices promete incorporar muchos más. Pero es el internet de
las cosas, la conectividad entre objetos plagados de sensores, lo que
parece dirigirnos rápidamente hacia una sensor society en la que los
objetos registrarán datos de nuestras vidas, interaccionarán con
nosotros de manera inteligente, nos harán sugerencias y tendremos
información personalizada en todo momento.
Los coches ya llevan
sensores que informan desde los básicos niveles de gasolina a los signos
de cansancio en el conductor. El ejemplo más novedoso es el recién
presentado coche de Google que conduce solo.
En el campo de la
medicina, pacientes con enfermedad cardíaca, diabetes o epilepsia podrán
llevar sensores que vayan midiendo sus constantes vitales, composición
sanguínea o actividad cerebral, y regular la liberación de fármacos o
avisar de inminentes ataques.
Dentro de un tiempo, estaremos
acostumbrados a sensores que monitorizan el estado de bebés o de
personas mayores, e incluso habrá social sensors que midan tono de voz,
miradas y gestos para analizar interacciones personales en el ámbito de
la empresa. O, en una tienda, se podrá registrar el comportamiento de
los clientes y aconsejar cómo distribuir las piezas en las estanterías
de manera que se incrementen las ventas.
Parece ciencia ficción,
pero el constante abaratamiento de los sensores y el avance en técnicas
de computación con las que analizar grandes paquetes de datos hará que
algunos alimentos lleven pequeños sensores para analizar si han caducado
o no, o que, efectivamente, en el próximo Mundial o Eurocopa las
protecciones de la selección española procesen información del partido.
Incluso,
puede que las espinillas de los jugadores informen al árbitro de un
fuera de juego o recomienden un cambio al entrenador. De momento, dentro
de unos días los futbolistas de la Roja ya dispondrán de las
espinilleras más ligeras y resistentes del mercado. Las patadas del
contrario serán menos dolorosas.
Fuente:Innovaticias
Reeditado: Elvijilante
Badalona 2014