El vidrio en la
antigüedad
Los primeros
objetos de vidrio que se fabricaron fueron cuentas de collar o
abalorios, pero las vasijas huecas no aparecieron hasta el 1500 a.C. Es probable que fueran artesanos asiáticos los que
establecieron la manufactura del vidrio en Egipto, de donde
proceden las primeras vasijas producidas durante el reinado de
Tutmosis III (1504-1450 a.C.). La fabricación del vidrio
floreció en Egipto y Mesopotamia hasta el 1200 a.C. y posteriormente cesó casi por completo durante
varios siglos. Egipto produjo un vidrio claro, que contenía
sílice pura; lo coloreaban de azul y verde. Además de vasos
hacían figurillas, amuletos y cuentas, así como piezas vítreas
para incrustaciones en muebles. En el siglo IX a.C. Siria y Mesopotamia fueron centros
productores de vidrio, y la industria se difundió por toda la
región del Mediterráneo. Durante la época helenística Egipto
se convirtió, gracias al vidrio manufacturado en Alejandría, en
el principal proveedor de objetos de vidrio de las cortes reales.
Sin embargo, fue en las costas fenicias donde se desarrolló el
importante descubrimiento del vidrio soplado en el siglo I a.C. Durante la época romana la
manufactura del vidrio se extendió por el Imperio, desde Roma
hasta Alemania.
Técnicas en la
antigüedad
Antes del
descubrimiento del vidrio soplado se utilizaban diferentes
métodos para moldear y ornamentar los objetos de vidrio
coloreado, tanto translúcidos como opacos. Algunos recipientes
eran tallados en bloques macizos de cristal. Otros se realizaban
fundiendo el vidrio con métodos parecidos a los de la cerámica
y la metalurgia, y utilizando moldes para hacer incrustaciones,
estatuillas y vasijas tales como jarras y cuencos. Se elaboraban
tiras de vidrio que luego se fundían juntas en un molde y
producían vidrio en listones. Se realizaban diseños de gran
complejidad mediante la técnica del mosaico, en la que se
fundían los elementos en secciones transversales que, una vez
fundidos, podían cortarse en láminas. Las superficies
resultantes de esos cortes se fundían juntas en un molde para
producir vasijas o placas. Se hacían vasos con bandas de oro que
presentaban franjas irregulares de vidrios multicolores y con pan
de oro incrustado en una franja translúcida.
La mayor parte de
las piezas anteriores a los romanos se realizaban con la técnica
de moldeado sobre un núcleo, que consistía en fijar a una
varilla de metal una mezcla de arcilla y estiércol con la forma
que deseaba darse al interior de la vasija. Ese núcleo se
sumergía en pasta vítrea o se envolvía con hilos de esa misma
pasta, que se recalentaba y pulía sobre una piedra plana para
darle forma. La posibilidad de dirigir el hilo de pasta vítrea
en varias direcciones sobre el núcleo permitía realizar
filigranas decorativas con hilos de uno o varios colores. A
continuación se añadían las asas, la base y el cuello, y se
enfriaba la pieza. Por último se retiraba la varilla de metal y
se extraía el material que conformaba el núcleo. Esta técnica
se usaba sólo para hacer vasijas pequeñas, tales como tarros
para cosméticos o frascos, como puede apreciarse en los objetos
egipcios típicos de las XVIII y XIX dinastías. Los objetos
realizados a partir del siglo VI a.C. con este método de envolver un núcleo, tenían
formas que se inspiraban en la cerámica griega.
Vidrio romano
El método del
soplado de vidrio, más rápido y más barato, se extendió desde
Siria a Italia y a otras zonas del Imperio romano, reemplazó
poco a poco a las antiguas técnicas y trajo consigo nuevos
estilos. Mientras los primeros procesos de manufactura habían
hecho hincapié en el color y el diseño, con la introducción
del soplado fue la fragilidad y transparencia del material lo que
adquirió importancia, y hacia finales del siglo I d.C. el vidrio incoloro suplantó al
vidrio coloreado en la elaboración de los objetos más
preciados. La técnica del soplado hizo posible la producción a
gran escala y cambió la categoría del vidrio convirtiéndolo en
un material de uso frecuente, tanto para cristaleras como para
vasos, copas y todo tipo de recipientes.
Es evidente que la
estructura del Imperio fomentó el extraordinario desarrollo de
la industria del vidrio durante este periodo. La mayor parte de
las técnicas decorativas conocidas fueron inventadas por los
artesanos romanos. Los objetos de vidrio soplado se realizaban
mediante moldes parciales o totales, que permitían formas tan
novedosas como los frascos con forma de cabezas, que se
producían en grandes cantidades. Una jarra de delicado diseño
(siglo I d.C.) que se encuentra en el Museo del
Vidrio de Corning (Nueva York) es un ejemplo perteneciente a un
extraordinario grupo de objetos de vidrio soplado realizados con
molde que llevan el nombre de sus fabricantes. Hay ejemplos de
cristal romano con una elaborada decoración de hilos de vidrio y
tallado. Los temas decorativos, pintados o sobreimpresos con pan
de oro entre dos láminas de cristal blanco, recreaban escenas
religiosas o históricas. Los antiguos artesanos vidrieros
adaptaron las técnicas de corte, tallado o grabado en piedra al
vidrio logrando piezas de considerable belleza. La técnica del
cristal de camafeo consiste en unir dos estratos de vidrio de
diferente color, tallando después la capa externa para que
queden al descubierto partes de la capa interior y establecer una
decoración en relieve que resalta por el contraste cromático.
El vaso de cristal de camafeo más famoso es el jarrón Portland
(siglo I d.C., Museo Británico, Londres),
decorado con las figuras mitológicas de Peleo y Tetis. Delicados
efectos se lograron en los diatreta, copas en las que se
han extraído grandes porciones de la capa externa dejando un
entramado decorativo que parece estar apenas sujeto a la capa
interior que conforma el recipiente. La famosa copa de Licurgo
(siglo IV d.C., Museo Británico) constituye uno
de los máximos exponentes de esta técnica.
El vidrio en
Occidente
En Occidente la
fabricación de vidrio para uso doméstico se redujo mucho
después de la caída del Imperio romano.
El vidrio en la
edad media
Bajo la influencia
de los francos, los vidrieros del norte de Europa y Gran Bretaña
continuaron produciendo objetos utilitarios, algunos con formas
nuevas y contundentes. La decoración se limitaba a los diseños
simples mediante moldes, filigranas y adornos de gotas de vidrio
aplicados a la superficie. Presentaban en general una coloración
verdosa, resultado de la composición del vidrio hecho con
carbonato sódico de plantas marinas traídas del Mediterráneo,
como era costumbre desde la época de los romanos. Sin embargo, a
finales de la edad media ya no se conseguía carbonato sódico, y
los vidrieros del norte recurrieron a la ceniza de la madera de
sus propios hornos, que utilizaron como fundente para obtener un
vidrio de contenido potásico-cálcico. Dado que las industrias
del vidrio estaban situadas en zonas de bosque, de donde
obtenían el combustible y la ceniza, a este nuevo tipo de vidrio
se le llamó Waldglas (del alemán, ‘vidrio de
bosque’). El vidrio común del tipo Waldglas
continuó fabricándose en Europa hasta la era moderna.
Sin embargo, el
mecenazgo de la Iglesia habría de impulsar la producción más
importante en este material durante la edad media: los mosaicos
de vidrio en la Europa mediterránea y las vidrieras en la zona
del norte (véase Mosaico; Vidriera). Los mosaicos se
hacían con cubitos de vidrio, o teselas, incrustados en cemento.
Las teselas, que se cortaban de bloques sólidos de vidrio,
podían ser muy elaboradas y presentar incrustaciones en plomo
dorado y plateado. Sobre la producción de mosaicos de vidrio
anterior al siglo XIV apenas existen datos.
Ya en documentos
del siglo VI se hace referencia a la existencia de
vidrieras en las iglesias, aunque los primeros ejemplos
conservados datan del siglo XI. Las más apreciadas son las que se
realizaron durante los siglos XIII y XIV,
principalmente en Francia e Inglaterra. Se cree que las
industrias del vidrio de Lorena y Normandía fueron las que
produjeron la mayor parte de las vidrieras de las catedrales
medievales. El vidrio se coloreaba o se laminaba con color y
después se cortaba según las formas que requiriera el diseño.
Los detalles se pintaban sobre el cristal con un esmalte
pardusco. Las piezas se encajaban en varillas de plomo y se
colocaban en una estructura de hierro. El arte de la fabricación
de vidrieras decayó a finales del renacimiento pero volvió a
recuperarse en el siglo XIX.
Del
renacimiento al siglo XVIII
Aunque el vidrio
ya se fabricaba en Venecia desde el siglo X, el cristal veneciano más antiguo que conocemos data
del siglo XV. Concentrada en la isla de Murano, la
industria veneciana dominó el mercado europeo hasta el año
1700. La contribución más importante de los venecianos fue el
desarrollo de un vidrio sódico duro y refinado de gran
ductilidad. Incoloro y de gran transparencia, el vidrio veneciano
era semejante al cristal de roca y era conocido como cristallo.
Las primeras
piezas de cristallo tenían formas sencillas y estaban
decoradas con diseños esmaltados semejantes a joyas. También se
hacían en cristal coloreado y opaco. Hacia finales del siglo XVI las formas se hicieron más ligeras y delicadas. Los
sopladores de vidrio explotaron la ductilidad del material para
producir auténticas maravillas. Desarrollaron un tipo de
filigrana de vidrio que sería muy imitada y que consistía en
incorporar hebras de vidrio blanco opaco dentro de un cristal
transparente, trabajándolas con un complicado diseño que
producía el efecto de un encaje. Algunas vasijas estaban
realizadas por completo en vidrio blanco opaco soplado que más
tarde se pintaba con esmalte a la manera de la porcelana china.
También en Murano fue donde surgieron muchos estilos diferentes
para lámparas de cristal, aunque fue la factoría de Nevers, en
Francia, la que adquirió mayor fama en la fabricación de estas
piezas durante el siglo XVII. Particularmente adecuada para el
vidrio sódico fue la práctica del grabado al diamante, técnica
predilecta de los artesanos holandeses durante el siglo XVII, que, martilleando la punta de diamante, lograban
elaborados diseños de efecto punteado.
Todos los
fabricantes de vidrio de Europa intentaron copiar las técnicas,
materiales y decoraciones de los venecianos. La información se
difundió a través de las propias piezas, del libro El arte
del vidrio (1612) de Antonio Neri y de los sopladores de
vidrio venecianos. Aunque existía una ley que prohibía a los
artesanos vidrieros abandonar Venecia y divulgar los secretos de
su arte, muchos emigraron de Murano, abandonaron Italia y
abrieron talleres en otros países europeos. Cada país
desarrolló su propia façon de Venise adaptando el modelo
veneciano a las formas y decoraciones de preferencia propia. La
influencia italiana acabó desapareciendo en el siglo XVII al surgir nuevos métodos para la fabricación de
vidrio en Alemania e Inglaterra.
El vidrio
potásico que se fabricaba en Alemania, más grueso y más duro
que el cristallo, era muy apropiado para la decoración
grabada con rueda giratoria. Caspar Lehmann fue uno de los
responsables del gran desarrollo del grabado a principios de la
década de 1600 en la corte del emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico, Rodolfo II en Praga. Los talladores y
grabadores de vidrio de Nuremberg y Potsdam se hicieron famosos
por sus hábiles diseños de estilo barroco, mientras que las
fábricas alemanas continuaron produciendo el tradicional vidrio
esmaltado y pintado en frío.
Otro
descubrimiento que sirvió para disminuir la influencia veneciana
en Europa fue el del vidrio de protóxido de plomo, cuya fórmula
inventó George Ravenscroft en Inglaterra. Más suave, brillante
y duradero que el frágil cristallo, el cristal de plomo
inglés fue considerado el de mayor calidad en el siglo XVIII. La cristalería inglesa de mesa dominó los
mercados europeos y coloniales y se convirtió en el modelo para
los productores europeos. Entre las innovaciones introducidas por
los ingleses a mediados del siglo XVIII están
las copas con pies decorados con burbujas de aire o espirales de
esmalte opaco y los prestigiosos candelabros de vidrio tallado.
El cristal de plomo, el vidrio que mejor se adaptaba al tallado,
alcanzó su apogeo con las piezas neoclásicas del periodo
angloirlandés (1780-1830).
Cristal
español
La industria del
vidrio tuvo en Cataluña su máximo esplendor en el siglo XVI, cuando se produjeron piezas comparables a los
mejores modelos venecianos. Además de los objetos utilitarios,
los vidrieros catalanes hacían infinidad de pequeños objetos
decorativos que vendían el primero de enero de cada año en la
feria del vidrio que se celebraba en el paseo del Borne. La
manufactura catalana más importante fue la de Mataró, y las
formas más típicas de vidrios eran el florero de cuerpo oval
con dos pequeñas asas, el confitero con forma de gran copa, los
fruteros de pie y la botella. La decadencia de la industria
vítrea catalana y la pérdida de su alta calidad se iniciaron a
mediados del siglo XVII. En Andalucía fue notable la
producción, en la misma época, de la manufactura de Castril de
la Peña. En Castilla fueron centros importantes, con abundantes
ejemplos de tipo intermedio entre los catalanes y andaluces,
Recuenco, en la provincia de Cuenca, y en la de Toledo, San
Martín de Valdeiglesias y, sobre todo, Cadalso de los Vidrios,
que en 1645 contaba con tres hornos que producían gran
diversidad de objetos finísimos, de bellos colores y de forma
muy graciosa.
Hacia 1750,
algunos decoradores holandeses se establecieron en el Levante
español e iniciaron la producción de vidrio. De producción por
entero valenciana son algunas composiciones escultóricas en
pasta de vidrio de tema religioso como Santa Eulalia y un
ángel y La degollación de un santo que se conservan
en el Museo de Barcelona.
Siglos XIX y XX
El desarrollo del
vidrio durante el siglo XIX se caracteriza por los rápidos
avances tecnológicos de esta industria y por el redescubrimiento
y adaptación de métodos antiguos.
Hasta 1850 las
piezas se moldeaban y decoraban por prensado con esquemas de
complicados encajes que enturbiaban el cristal en el momento en
que éste entraba en contacto con el molde frío. A partir de la
década de 1840 se popularizaron en todo tipo de piezas los
diseños más sencillos, conocidos por vidrio prensado decorado.
Al ser más cara la producción de vidrio tallado que la del
vidrio prensado, aquélla decayó, pero hacia 1880 recobró parte
de su antigua popularidad con la aparición de un elaborado
tallado ‘brillante’, resultado de un gran virtuosismo
técnico que explotaba las propiedades refractarias del vidrio de
calidad.
A finales del
siglo XVIII se volvieron a utilizar algunas
técnicas romanas adaptadas al gusto neoclásico. En Europa se
fabricó un tipo de vidrio laminado con panes de oro que se
llamó Zwischengoldglas. También se intentó conseguir el
efecto de camafeo con sulfuros incrustados, y los artesanos
vidrieros lograron recuperar la auténtica técnica de tallado y
grabado de cristal de camafeo, que alcanzó su apogeo en las
piezas de Thomas Webb & Sons (fundada en 1837), elaboradas en
Stourbridge, Inglaterra.
A partir de 1845
lograron gran popularidad los pisapapeles con decoración millefiori
(mil flores) semejante al vidrio de mosaico antiguo, y a finales
del siglo XIX el cristal de roca del renacimiento
sirvió de inspiración para una técnica de grabado y pulido.
Bohemia mantuvo la
primacía en la decoración tallada a la rueda gracias a
artesanos como Dominik Biemann, y también practicó otras
técnicas, como la del cristal encajado, que copiaron las
fábricas europeas y estadounidenses. Los avances químicos
facilitaron el desarrollo de nuevos vidrios coloreados opacos
semejantes a piedras semipreciosas. Se decoraron piezas con
aplicaciones de pintura y esmaltes transparentes como analogía
al renacimiento de las vidrieras góticas.
Inspirados por el
resurgimiento de los métodos antiguos de trabajo del vidrio y
estimulados por los logros de la nueva tecnología química, los
artesanos vidrieros comenzaron a crear hacia 1880 nuevos estilos
artesanales que se denominaron vidrio artístico. Solían ser
piezas nuevas con fines decorativos, producto de la reacción
contra los objetos producidos en serie. Los estilos de moda entre
1890 y 1910 reflejaban la influencia del movimiento Art Nouveau a
nivel internacional, y sus principales exponentes fueron Louis
Comfort Tiffany en los Estados Unidos y Émile Gallé y la
empresa Daum Frères (fundada en 1889) en Francia. Todos ellos
producían cristales con formas naturalistas, líneas sinuosas,
colores exóticos y superficies de inusitados efectos, como el
cristal iridiscente favrile inventado por Tiffany.
Después de la I Guerra Mundial surgieron nuevos intereses en las
texturas y formas decorativas, como queda reflejado en los
diseños de René Lalique y Maurice Marinot. En la década de
1930 comenzaron a adquirir prestigio los cristales de plomo
incoloros y de exquisita transparencia, por lo general con
dibujos grabados, producidos por fábricas escandinavas y
estadounidenses.
Con la década de
1960 se inició una nueva época en la elaboración del vidrio
liderada por los estadounidenses Harvey Littleton y Dominick
Labino. Los artesanos empezaron a experimentar con el vidrio como
medio artístico en pequeños hornos instalados en sus estudios,
y en la actualidad se desarrollan técnicas decorativas y formas
de escultura innovadoras en talleres de artistas de todo el
mundo.
El vidrio en los
países no occidentales
El vidrio no ha
tenido una tradición tan fuerte en los países islámicos y del
Lejano Oriente como en Occidente. Las formas y técnicas
desarrolladas por estos países reflejaban sus propias culturas
y, a su vez, influyeron en las formas occidentales.
El vidrio en
los países islámicos
La historia del
vidrio en los países islámicos entre los siglos VIII y XIV se centra en el Oriente Próximo. La antigua
tradición Sasánida de tallado del vidrio fue continuada por los
artesanos musulmanes que realizaron vasijas en altorrelieve,
muchas de ellas con motivos animales. También fabricaron vidrio
incoloro de gran calidad con diseños tallados a la rueda. Las
posibilidades decorativas se incrementaron con la introducción
de la técnica de esmaltado al fuego y con la del dorado, en las
que destacaron los artesanos vidrieros de Alepo y Damasco. De
Egipto proviene el descubrimiento de coloraciones vidriadas que
creaban brillantes efectos metálicos en castaño, amarillo y
rojo tanto en cerámica como en vidrio. Las lámparas de las
mezquitas, los cuencos, tazas y botellas se pintaban con motivos
de ritmo geométrico propios del islam. Sus formas y decoraciones
influyeron en la producción occidental posterior, sobre todo en
las de Venecia y España.
El vidrio en la
India
Aunque en la India
ya se fabricaba vidrio en el siglo V a.C., no se hizo de manera industrial hasta el periodo
mogol y de forma muy especial en el siglo XVII. Se fabricaron soportes de narguiles (pipas para
fumar), aspersores y fuentes, normalmente dorados o esmaltados
con motivos florales. En el siglo XVIII la
Compañía de las Indias Orientales vendió grandes cantidades de
vidrio inglés en el mercado indio que más tarde fue grabado a
la rueda por artesanos locales.
El vidrio en el
Lejano Oriente
Entre los objetos
procedentes de las excavaciones arqueológicas de la dinastía
Zhou (1122 a.C.-221 a.C) se han encontrado piezas
de vidrio con la forma característica de globo ocular o
incrustaciones de cuentas de cristal con forma de ojo. Los
primeros objetos de vidrio, fundidos a menudo a partir de panes
de vidrio importados, eran pequeños y estaban tallados del mismo
modo que las gemas. La utilización del cristal para simular
piedras semipreciosas para su uso en joyería y más tarde para
frascos de opio, es una práctica recurrente en el vidrio chino.
Se conocen pocas vasijas de cristal anteriores a la construcción
del palacio imperial de Pekín en 1680. Con la influencia de los
jesuitas en la corte pequinesa se fabricaron vasijas de vidrio
soplado al estilo occidental europeo. Sin embargo, el cristal
trabajado al modo chino dominó la producción de los siglos XVIII y XIX con objetos de rico colorido con decoración
tallada y esmaltada. Los chinos dominaron el arte del cristal de
camafeo. Las vasijas chinas de vidrio se caracterizan por tener
formas simples inspiradas en la porcelana y por ser gruesas,
multilaminadas y con superficie con brillo de cera.
No existe ninguna
evidencia de que en Japón se fabricara vidrio antes del año 200 a.C. Se supone que algunas vasijas con forma de
relicarios budistas y algunas urnas cinerarias datan de los
periodos Asuka y Nara (552-784 d.C.), pero
parece que la fabricación de vidrio se interrumpió en el siglo XIII y hasta alrededor de 1750 no se volvió a
emprender.
El amplio abanico
de aplicaciones de este material ha hecho que se desarrollara un
gran número de tipos diferentes de vidrio.
Vidrio de ventanas
El vidrio para las
ventanas se utiliza desde el siglo I d.C. y al principio se hacía por colado o soplado de
cilindros huecos que luego se cortaban y apisonaban formando una
lámina. El proceso del vidrio de corona es posterior y
consistía en el soplado y moldeado de la masa vítrea para
convertirla en un globo aplastado o corona. Después se apoyaba
la parte plana sobre una base y se retiraba la caña de soplar.
El agujero que dejaba la caña se agrandaba al centrifugar la
corona recalentada sobre la base y se iba ampliando por la fuerza
centrífuga hasta acabar aplastándose y dando paso a una gran
lámina circular. Luego se retiraba la base, que dejaba una marca
o diana. Hoy casi todos los vidrios de ventana se hacen a
máquina mediante el procedimiento de estirado vertical de la
masa vítrea procedente de un horno de fusión. En el
procedimiento Foucault la lámina de vidrio se estira a través
de un cilindro refractario encajado por debajo de la superficie
de la cuba de vidrio y después se pasa a una cámara de recocido
vertical, para finalmente emerger en un piso superior donde se
corta en hojas.
Vidrio de luna
El vidrio común
de ventana no posee un grosor uniforme debido a su proceso de
fabricación y esas variaciones de grosor distorsionan la visión
de los objetos a través de las hojas de vidrio.
El método
tradicional para solucionar tales defectos ha sido utilizar
vidrio de luna esmerilado y pulido. El vidrio de luna se produjo
por primera vez en San Gobain, Francia, en 1668, vertiendo vidrio
fundido sobre una mesa de hierro y alisándolo luego con un
rodillo. Después de una recocción se le daba el acabado final
puliendo ambas caras. Hoy se fabrican mediante un alisado
continuo con un doble rodillo laminador situado al final de un
horno de cuba. Al salir de la galería de recocido ambas caras se
someten a un acabado continuo y simultáneo.
En la actualidad,
el esmerilado y pulido han sido sustituidos por el proceso de
vidrio flotante, que es más económico. Mediante este proceso se
forman superficies planas en ambas caras haciendo flotar una
lámina continua de vidrio sobre una cuba con estaño fundido. La
temperatura es lo bastante alta como para eliminar las
imperfecciones gracias al continuo fluir del vidrio; y
descendiendo gradualmente a medida que el vidrio atraviesa la
cuba de estaño, al final la lámina vítrea entra en una larga
galería de recocido.
Los vidrios
laminados sin pulir, que suelen presentar superficies con dibujos
realizados por diseños grabados en los rodillos, se usan en la
construcción arquitectónica. En los vidrios de malla metálica
se introduce la malla en el vidrio fundido antes de que éste
pase entre los rodillos laminadores. Se usan para evitar que el
vidrio se haga añicos al romperse. El vidrio inastillable o de
seguridad, que se utiliza en los parabrisas de los coches, está
compuesto de dos placas de vidrio adheridas de forma hermética a
un plástico intercalado entre ambas que sirve para retener los
fragmentos incluso en caso de rotura.
Textos: Fuente Pública
Editado: Elvijilante
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